Me cobijo en las esquinas
húmedas como la noche,
circula por mi piel la sangre
y siento que la historia se acaba;
lánguido suspiro estrellado,
fría mirada a la nada...
Un sueño, ilusión de esperanza
vano entre la tierra y el mar,
lléveme a mar adentro, donde nadie
pudiéreme encontrar...
Una sombra, perfecta y fugaz
es el duelo de la culpa pagada,
en las sienes se quiebra el momento
y en mis manos la integridad...
Caigo y siento que adentro
de mí huye la voz
hacia el sol, tan lejos del mísero
rincón que guarde en mi corazón.
El cielo, el mar y el suelo
me ciegan en perfecta conjunción,
la Luna encuentra su lecho
y mi voz a la guerra marchó;
allá donde la tierra acabe
allá me lleve el corazón.